• Reggae MusicS of Jamaica •
reggae musicS of jamaica
Tractatus Musico-Politicus
Todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene significado político. Aunque solo sea porque, dejando de hacer algo, evitamos hacer otra cosa que podría tener consecuencias bien diferentes sobre los demás. Tal vez nefastas. Se pongan como se pongan los que viven del voto, abstenerse puede tener tanto significado político como votar, negativo en unos casos, positivo en otros. O ninguna de las dos cosas. Establecida la premisa, poco de lo que sigue tiene demasiado que ver con ella. Simplemente dejo claro que, en mi opinión, cualquier tipo de música, lo asuma explícitamente o no, tiene, como cualquier otra forma de conducta, un perfil político. De todos modos, el caso al que me referiré lo tiene en el sentido más común y directo, es decir, aquel en que la música se asocia genéricamente a una idea o a una congregación política en particular.
Sobre el papel de la música reggae en la política jamaicana ya han escrito otros antes y, sin duda, mucho mejor de lo que yo pudiera hacerlo. Una de las fuentes más recomendables es literaria, la imprescindible novela de Marlon Jones Breve historia de siete asesinatos (Barcelona: Malpaso, 2016; original en inglés de 2014). Casi tan excelente como esta novela es el tratado Bass culture: la historia del reggae (Madrid: Acuarela Libros y Antonio Machado, 2014; original en inglés de 2000), de Lloyd Bradley. Como aproximaciones abreviadas, pero con una estupenda prosa, pueden también leerse los tres primeros apartados del capítulo "Jamaica y África: el legado de la colonización", del ensayo Músicas contra el poder (Madrid: La Oveja Roja, 2016), de Valentín Laredo, y el capítulo "Arde Babilonia candente, al rojo vivo", en 33 revoluciones por minuto. Historia de la canción protesta (Barcelona: Malpaso, 2015; original en inglés de 2011). En todos estos excelentes textos se explican a la perfección las sobradamente conocidas posiciones emancipatorias y africanistas que han impregnado la música reggae, sobre todo a través de la utopía etíope. De lo que aquí me ocuparé nos lleva al mismo continente, aunque a otra latitud.
🇯🇲 🇦🇴 🇯🇲
La paranoia fue, sin duda, uno de los principales combustibles de la guerra fría que la humanidad vivió durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX. No lo digo por menospreciar su alcance ni sus consecuencias. Los efectos de una paranoia ni quedan, por serlo, justificados, ni tienen menos impacto destructivo que otras acciones más racionalmente planificadas. Jamaica, por diferentes razones geopolíticas, tenía todas las papeletas para convertirse en un escenario particularmente activo del conflicto. La ruptura definitiva de la isla con la metrópoli en 1962, lejos de emanciparla realmente, la convertía en terreno especialmente fértil para una sorda disputa por sus importantes reservas de bauxita/aluminio, las quintas más abundantes del mundo, o de los ingresos, inestables pero importantes, del turismo. El poder se decantó inicialmente hacia el nacionalista y conservador Jamaican Labour Party (JLP), pero el auge del izquierdista People’s National Party (PNP) no se hizo esperar demasiado (ganaría sus primeras elecciones en 1972). La proximidad de Cuba no hacía más que reforzar la idea de que tal ascenso era obra de agentes infiltrados desde la isla vecina y, en último término, desde el Kremlin. Los Estados Unidos no necesitaban grandes justificaciones para infiltrar en la isla sus propios agentes. Lo novelesco del escenario ha sabido captarlo genialmente el ya referido Marlon Jones. Los setenta fueron en la isla de Jamaica años de decadencia económica y violencia social en las calles. Lo que los jamaicanos vivieron no debió de ser muy diferente de eso que en la época comenzó a llamarse guerra de baja intensidad. Desenredar todas las causas concurrentes no parece tarea factible. En cualquier caso, lo que más directamente nos interesa aquí nos lleva al otro lado del océano.
🇯🇲 🇦🇴 🇯🇲
En la lejana Angola, las miserias del post-colonialismo eran incluso peores. Tras una guerra cruenta, Portugal claudicó de su posesión de ultramar, que entraría inmediatamente en una no menos cruenta guerra civil. El dominio del territorio y de su ingente riqueza enfrenta al M.P.L.A. (Movimento Popular de Libertação de Angola), creado en torno al antiguo Partido Comunista de Angola, y a la U.N.I.T.A. (União Nacional para a Independência Total de Angola). Cuba se implica directísimamente en el conflicto, apoyando con importantes contingentes al M.P.L.A. La Unión Soviética está obviamente detrás. Los Estados Unidos y la Unión Sudafricana del apartheid aceptan el envite y apoyan a la U.N.I.T.A. La situación de guerra civil perduró hasta el año 2002.
El M.P.L.A. continúa actualmente en el poder, travestido en fuerza socialdemócrata; la U.N.I.T.A se lo disputa como fuerza democristiana y conservadora. Se calcula que murieron 500 mil civiles durante la contienda y que más de 4 millones de personas, un tercio de la población, se vieron forzadas a huir de sus lugares de origen. Entre las consecuencias aún patentes del conflicto se cuentan el minoritario acceso de la población a servicios de salud, una mortandad infantil en torno al 30% y una esperanza de vida que no va más allá de los 40 años.
🇯🇲 🇦🇴 🇯🇲
En enero de 1976, a pesar de la presión de los Estados Unidos y la advertencia explícita de su Secretario de Estado, Henry Kissinger, el gobierno jamaicano del PNP declaró su apoyo al M.P.L.A. y el reconocimiento de su gobierno como legítimo de Angola. Fue, sin duda, un clavo más en el ataúd de los años de gobierno socialista en la isla, falto de la solvencia necesaria y de cualquier tipo relevante de apoyo exterior para ejecutar su programa. A partir de ese momento, las condiciones sociales cada vez peores, los constantes estallidos de violencia callejera y la aceptación de las humillantes condiciones del FMI para reflotar el país, condujeron a que el JPL, con un brazo armado cada vez más poderoso, recuperara en las urnas el gobierno en el año 1980.
🇯🇲 🇦🇴 🇯🇲
La cooperación cubana con el M.P.L.A. se tradujo en una primera avanzada de 200 efectivos en 1973, seguida de un contingente de 30 mil guerrilleros en la llamada Operación Carlota. No es posible saber a ciencia cierta cuántos cubanos dejaron su vida en la operación. El gobierno cubano reconoció oficialmente que algo más de 2 mil.
Tampoco es posible establecer si entre los 30 mil combatientes desplazados a Angola se encontraba algún jamaicano previamente entrenado en la isla de Cuba. Sabemos, en cambio, que entre los 200 componentes de la primera avanzadilla sí había, al menos, uno, Garnet Myrie, quien además regresó con vida del conflicto.
🇯🇲 🇦🇴 🇯🇲
Existen dos canciones jamaicanas, al menos, con mensajes de apoyo y llamamientos de adhesión a las filas del M.P.L.A. Ambas editadas en 1976, por lo que probablemente deban entenderse como mensajes de adhesión al posicionamiento oficial del gobierno jamaicano ese mismo año. Una es muy buena y la otra extraordinaria. Dejo al lector qué decida cuál es cuál, según su propio gusto y criterio.
Pablo Moses (Pablo Henry; Manchester, Jamaica, 1948) había alcanzado la fama un año antes con su canción de denuncia "I man a grasshopper", éxito que repitió al año siguiente con su canción sobre los hermanos angolanos. Ambas aparecen recogidas en el álbum Revolutionary Dream, del mismo año 1976. Salvo el disco que publicó cuatro años más tarde, A Song (1980), Moses, que se mantiene en activo, no volvió a alcanzar éxitos semejantes a lo largo de su extensa carrera. Es, con todo, una figura respetada en el universo reggae.
Tapper Zukie, aka Tappa Zukie (David Sinclair; Kingston, 1955) fue un talentoso joven al que su familia y los músicos a cuyo cargo se encontraba decidieron enviar tempranamente a Londres para alejarlo de las malas influencias callejeras. Allí reafirmó su vocación musical, sin rebajar un ápice sus inquietudes sociales. En Londres graba su excelente primer álbum, Man Ah Warrior (1975), con el que regresa de inmediato a Jamaica para centrarse en su hoy clásico M.P.L.A. (simultáneamente título de la canción y del álbum). Aún activo, orientó no obstante su carrera a la producción discográfica, a la que debe principalmente su prestigio.
🇯🇲 🇦🇴 🇯🇲
Planteo ahora una cuestión para la que, sinceramente, no tengo respuesta. ¿Mejoran las letras de Moses y Zukie, en realidad casi ininteligibles para un no nativo de Jamaica, sus canciones? Lo particularmente interesante del caso es que, al disponer de las versiones dub de las piezas, firmadas por los propios autores, el ejercicio de comparación está fácilmente a nuestro alcance. Repito y reformulo la pregunta: ¿son esas canciones mejores con las letras, o con las reverberaciones? Y, en el caso de las versiones dub, ¿las hace mejores el hecho de tratar sobre una guerrilla africana, o serían igualmente buenas con otro título cualquiera? En el caso de Zukie, ¿rebajaría la calidad de la canción que su excelente toast se limitase a componer un simple silabeo sin sentido en lugar de un soflama política? Insisto, no tengo respuesta a estas preguntas. Quedan ahí para el debate (si lo hubiere).
🇯🇲 🇦🇴 🇯🇲
El gobierno del M.P.L.A., con José Eduardo dos Santos a la cabeza, no tardó en convertirse en una oligarquía familiar, gestora de las impresionantes reservas del país (diamantes, entre otras), y con un entramado empresarial paralelo capaz de quitar el hipo a cualquiera. La lucha armada concluyó oficialmente en 2002, después de que el líder histórico de U.N.I.T.A, Jonás Savimbi, fuera emboscado y abatido. La democracia formal se implantó en 2008 en el pais, con los antiguos contendientes bélicos convertidos en rivales políticos. La prueba del algodón de toda democracia madura, no obstante, aún está por llegar, pues aún no se ha producido ningún traspaso de poder que certifique su autenticidad. Angola es actualmente uno de los países más contradictorios del mundo, en que la miseria generalizada de la población contrasta con las inmensas posibilidades y recursos del territorio y, de manera especialmente sangrante, con el hecho de que Luanda aparezca habitualmente entre las capitales más caras y con mayores burbujas de alto nivel de vida.
🇯🇲 🇦🇴 🇯🇲
La historia de Garnett Myrie la cuenta Basil Wayne Kong en Bad Boy from Jamaica: The Garnett Myrie Story (Xlibris, 2014). En su caso, la llamada a las armas de Moses y Zukie llegó tarde, puesto que ya se encontraba entre aquellos primeros desplazados de 1973. En todo caso, debió ser gratificante, si llegó a hacerlo, escuchar esas canciones. Es muy probable que haya sido así, pues el autor del libro detalla que Myrie fue amigo de Peter Tosh, con el que tuvo relación antes y después de la contienda de Angola. Debió estar, pues, conectado con el mundo de la música reggae. Ignoro la implicación real de Myrie en el frente de batalla, las atrocidades en que pudo participar o atestiguar. Tampoco sé nada sobre sus opiniones sobre la deriva del régimen angoleño que ayudó a establecer. Bob Marley tendría a Myrie, seguramente, como un honorable descendiente del soldado búfalo que inmortalizó en su disco póstumo Confrontation (1983). Pero la Historia es demasiado compleja, especialmente cuando se vive en primera persona y en directo, y la música, en ocasiones, inevitablemente simplificadora.
☀︎☀︎☀︎
No es este lugar para formular juicios. Basten estos párrafos para apuntar, al menos, el valor de la música como espacio y motor de reflexión sobre las contradicciones más complejas que uno pueda imaginar.
Imagen propagandística de la colaboración cubana con el Movimento Popular de Libertação de Angola
Michael M. Manley, PNP, (izq.) y Edward P.G. Seaga, JLP, (dcha.), encarnizados contendientes políticos, el día en que Bob Marley consiguió que estrecharan sus manos en un escenario antes miles de jamaicanos
Guerrilleros de M.P.L.A. en 1976
Kingston, Jamaica, 1976. Escena de la vida cotidiana
Angola, frente de guerra, 1976. Escena de la colaboración cubana