La guerra de Absurdistán: ¡Sálvese quien pueda!
El problema es que muy pocos consiguen salvarse. Y, lo peor, que la mayoría ni
siquiera parece querer hacerlo. Para salvarse, es decir, hacerse a un lado y contemplar
Absurdistán con entereza desde la barrera, hay que ser muy fuerte. Te tocará
cargar con el estigma de apestado, así que más vale que te curres una pequeñaa estructura
de refuerzo. A mí han dejado de preguntarme si me he vacunado ya o qué
vacuna me han puesto. Ahora hemos entrado en la fase en que se te pregunta si
te has sacado ya el certificado europeo de vacunación (he visto que hay otro de
curación). Todo pinta a que la gente va a empezar a estampárselo en la ropa, o en
las tote bags, como una especie de inversión de la estrella de David en la Alemania
nazi. La diferencia es que ahora estaremos atentos a quien no lleve el distintivo, para
recriminarlo, cambiar a tiempo de acera, o las dos cosas. Y, ojo, que el distintivo
lleva código escaneable y a un escáner QR no es fácil tomarle el pelo. De momento,
parece que solo es de obligada presentación para atravesar fronteras internacionales.
Pero en tiempos de cierres perimetrales de regiones, municipios, cuidades y
barrios, limitaciones de aforo y accesos restringidos de todo tipo, uno puede esperarse
mil y una utilidades para el distintivo. Cualquier cosa será bienvenida si es
para proteger la inmunidad del rebaño inmunizado.
