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Breve historia de otros siete asesinatos
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La breve historia de la música jamaicana es mucho más que la de los siete asesinatos que narra la majestuosa novela de Marlon James. Estadísticas recientes atribuyen a Jamaica la quinta tasa más alta de homicidios por número de habitantes de todo el planeta, solo superada por las de Islas Vírgenes, Venezuela, Honduras y El Salvador (en orden sucesivamente creciente). El dato es aún más dramático si valoramos que esa posición empeora la de hace un lustro. Las causas, en cualquiera de los países referidos, no son difíciles de adivinar: en último término, una pobreza endémica que empuja a la población a servir de carne de cañón de facciones criminales o políticas, en ausencia de alternativas dignas para la supervivencia. La dificultad de escapar a esta lógica perversa la ilustra con claridad el importante número de músicos, bien establecidos en el sistema cultural de Jamaica y con mayor o menor reconocimiento fuera del país, que han perdido la vida violentamente.
En Jamaica, la promiscuidad entre la música y una u otra forma de delincuencia violenta ha sido una constante desde los años sesenta del pasado siglo XX, si bien alcanzó su clímax en la década siguiente. La población marginalizada en los guetos de Kingston fue, primero, cautiva de las dos principales facciones políticas del país, el conservador JPL y el izquierdista PNP, armadas respectivamente por la CIA y el gobierno cubano. Los populares sound systems, así como las estrellas emergentes del roots reggae, estaban fatalmente obligados a decantarse por uno u otro bando. Téngase en cuenta, por ejemplo, que Edward Seaga, líder del JPL en la época, era además uno de los principales magnates del negocio musical de la isla. Añádase también, como síntoma, que Michael Manley, el carismático jefe de la alternativa izquierdista, asumió explícitamente el mensaje liberador del rastafarismo y declaró que la música de Max Romeo, que decía escuchar al menos tres veces al día, le servía como voz de la conciencia que le recordaba los principales ejes del programa en favor de los más débiles con que ganó las elecciones en 1972, tras una sangrienta campaña. La situación en las calles, a lo largo de toda la década, se ajustaba sin exageración al guión de un no declarado, pero cruento conflicto civil. Más tarde, los cárteles de la droga impusieron fácilmente su predicamento sobre el de los políticos, pues el dinero fácil y la recompensa rápida que los primeros podían ofrecer dejaban sin argumentos al rápido desencanto por la acción de los segundos. El universo musical de la isla se prestaba obviamente a servir como fuente de capital para la inversión ilegal, como tapadera del delito y como mercado proclive a los productos prohibidos más selectos.
Por lo demás, salvo las contadas excepciones de las verdaderas mega-estrellas del reggae (Marley, Tosh y poco más), los ingresos de la música ni mucho menos garantizaban la salida del gueto. De todos modos, los artistas se encontraban en una especie de punto de mira preferente: unos por su extrema riqueza; otros por su relativa no pobreza. Convertirse en una estrella de la música popular nunca fue, pues, una tarea fácil en la isla de Jamaica. El caso de King Tubby, el genial inventor del dub reggae, es especialmente conocido. Pero no fue el primero, ni tampoco el último.
1983
No one but you and I say the bells of Prince Far-I
The Clash, "Clash City Rockers" (1978)
Michael James Williams, aka King Cry Cry, aka Prince Far I, nació en 1944 en Spanish Town y falleció en 1983 en Kingston. Además de por sus excelentes trabajos bajo la firma de Prince Far I, destacó por sus diferentes colaboraciones en el Reino Unido para Adrian Sherwood, particularmente como solista del fantástico colectivo Singers and Players. Afrontó su trabajo con una seriedad e integridad sin parangón en el mundo de la música reggae. Su primer disco (Psalms For I, 1976) fue una antología de salmos del Antiguo Testamento, pensada para hacer accesible las enseñanzas del libro sagrado de la religión rastafari a las masas de iletrados de los guetos jamaicanos. Al respecto de su singular estilo declamatorio, se negaba a admitir que fuese nada más que una forma del clásico toasting de los deejays al uso, e insistía en llamarlo chanting, denominación mucho más a la altura de la dignidad de sus contenidos. Su siguiente trabajo (Under Heavy Manners, 1977), considerado unánimemente como su gran aportación al reggae, tiene mucho de denuncia de aquello que acabó con su propia vida: murió asesinado en su propia casa, en compañía de su mujer, que sobrevivió al asalto. ¿Quienes eran los asaltantes? ¿Por qué lo hicieron? Ni idea. Tal vez por el televisor que la pareja veía plácidamente cuando fueron sorprendidos por los intrusos.
Fue también asesinado el mismo año 1983 el poeta dub Michael "Mikey" Smith (1954-1983). Mikey Smith llegó a publicar un único album (Mi Cyaan Believe It, 1982.), que le bastó para recibir una consideración semejante a la del gran poeta dub Linton Kwesi Johnson, para cuya editora grabó ese único disco. Mikey Smith simpatizaba con la religión rastafari y los ideales del anarquismo. Unos matones del JPL le aplastaron el cráneo con una piedra hasta hacerlo morir, un día después de haber interrumpido y dejado en evidencia al ministro de cultura, del mismo partido, durante un mitin.
El mismo fatídico año 1983 fue asesinado Hugh Mundell, aka The Blessed Youth, aka Jah Levi, nacido en East Kingston en 1962. Con solo dieciséis años consiguió llamar la atención de Augustus Pablo y Lee Perry, con el apoyo de los cuales compuso y grabó el álbum Africa Must Be Free by 1983 (1978). Antes de morir a los veintiún años, tuvo tiempo de grabar cuatro LP más y más de una decena de 7". Fue asesinado a tiros en su coche, en el que encontraba en compañía de su mujer y del también músico Junior Reid, que sobrevivieron al asalto. Su asesinato no quedó impune (Hugh era hijo de abogado), aunque el pistolero fue condenado por una pena menor y su paso por prisión fue fugaz, muchísimo más fugaz que la vida que cortó.
1987
Winston Hubert McIntosh, aka Peter Tosh (Westmoreland, 1944-Kingston, 1987) ya sería uno de los nombres fundamentales de la música reggae por el simple hecho de haber sido uno de los fundadores, en 1963, y componente hasta su disolución, diez años más tarde, de los míticos The Wailers. The Wailers son, seguramente, la pieza clave para comprender la transición del rocksteady, tan marcado por el fenómeno social de los rude boys, al roots reggae, más proclive a un pacifismo militante, aunque a menudo también implicado en episodios de la más extrema violencia.
La carrera en solitario de Peter Tosh se inicia en 1971, antes de la disolución de The Wailers, aunque sus primeros frutos de entidad, que abrieron a Tosh la puerta del estrellato internacional, fueron dos LP con marcado acento contestatario. El primero (Legalize It, 1976) contiene el alegato más explícito alguna vez realizado en favor de la legalización de la ganja (marihuana). No debe olvidarse que la hierba es sagrada para los rastafari. La prohibición y fuerte penalización de su posesión en un país con una pujante y muy activa comunidad con tal orientación religiosa puede leerse fácilmente como como una especie de barra libre policial para el control de esta minoría. El propio Tosh sufrió el arresto y la violencia policial en prisión por esa causa en el año 1978, con heridas en la cabeza que precisaron de treinta puntos de sutura. El segundo de esos álbumes (Equal Rights, 1977) es de orientación más explícitamente política, en la linea africanista de los rastafari y con la mirada especialmente puesta en los países del sur de África.
La muerte le sobrevino a Peter Tosh de manos de un viejo conocido. Días después de una discusión entre este y la novia de Tosh, asaltó la residencia del músico en compañía de una banda armada que provocó una verdadera masacre. Tosh murió, junto a cuatro acompañantes más, de un certero tiro en la cabeza. Tan solo su novia y otro amigo sobrevivieron al ataque. El asesino fue detenido y condenado a muerte. Tosh era alguien, dentro y fuera de la isla.
El mismo año 1987 fue también asesinado Carlton "Carly" Barret (Kingston, 1950-Kingston, 1987), batería de The Wailers desde 1970, con Peter Tosh aún en la banda, y percusionista de Marley hasta la muerte de este en 1981. Anteriormente había tocado con The Upsetters, al servicio de Lee Perry. Barret murió a la puerta de su casa de dos disparos en la cabeza, de los que fueron acusados posteriormente su mujer y el amante de esta. Evitaron la pena de muerte, se les aplicó una condena de siete años y cumplieron apenas uno en prisión.
1989
El 6 de febrero de 1989, casi una década después de que Marley lo hiciera enfermo en Miami, King Tubby muere asesinado a tiros a la puerta de su casa de Duhaney Park, Kingston, cuando regresaba de trabajar en los estudios Waterhouse. El pistolero no identificado robó además dinero, joyas y el arma con licencia legal del rey del dub.
Antes de revolucionar la música reggae, proyectándola hacia caminos ciertamente insospechados, Osbourne Ruddock (1941-1989) era un reparador de aparatos de radio en Kingston, al que un buen día le fue solicitado un arreglo urgente para uno de los numerosos sound systems de la cuidad. Su eficiencia le aseguró la confianza de ese y muchos clientes más entre los profesionales del entretenimiento musical en la isla, lo que le permitió abrir en 1968 su propio establecimiento, el hoy legendario Tubby's Home Town Hi Fi. Muy pronto, las inquietudes de este intuitivo ingeniero con manos de joyero trascendieron el afán de lograr la perfección técnica en la reproducción sonora, para centrarse definitivamente en la capacidad de su tecnología para acomodarse a las necesidades de la idiosincrasia musical jamaicana y, más aún, transportarla a un nivel completamente desconocido.
King Tubby forjó su fama temprana a través de sus propias experimentaciones en directo junto al deejay U-Roy y de los encargos masivos de los productores Bunny Lee, primero, y Augustus Pablo y Lee Perry, más tarde, para incorporar dubs en las caras B de los 7" de sus artistas. El ilusonismo musical de King Tubby, cargado aún de un primitivismo electrónico de innegable encanto, puede captarse en toda su pureza en el album Dub From the Roots (1975) o, alternativamente, en la compilación The Roots of Dub (1975). Su disco con su banda habitual, The Aggrovators, Shalom Dub (1975), y su colaboración con Augustus Pablo, King Tubby Meets Rockers Uptown (1976), son sus trabajos más memorables.
A finales de los años ochenta del siglo pasado, King Tubby era, pues, un prestigioso ingeniero musical, perfectamente establecido en la (modesta) industria musical de Jamaica, al frente del estudio Waterhouse y de los sellos Firehouse, Waterhouse, Kingston 11 y Taurus. Su fama había trascendido los límites de la isla. Pedro Branco, amigo y consejero para todo lo relacionado con la música jamaicana, me dice que en una conversación personal que mantuvo con el inolvidable Joe Strummer, este le apuntó a King Tubby como su principal referente en el riquísimo universo musical de Jamaica.
Era prácticamente imposible que la muerte de un figura legendaria como la de King Tubby no despertase todo un vendaval de teorías de la conspiración. Sorprende, de todos modos, que tal paranoia continúe aún hoy viva. Una búsqueda informal en la red con palabras clave al efecto me devuelve, entre los primeros resultados, un foro dedicado a compartir sospechas sobre la muerte de King Tubby. Entre las primeras y más chocantes hipótesis aparecen los nombre de Bunny Lee, Lee Perry y... ¡Don Letts!
Las crónicas relatan episodios de competencia tan crudos entre sound systems rivales, que no sorprende que algunos puedan elevarlas a episodios de sangre y a imaginarlas entre grandes figuras del negocio musical como Bunny "Striker" Lee, Lee "Scratch" Perry y Osbourne "King Tubby" Ruddock. Más aún si consideramos que hablamos de tiempos en que bandas de pendencieros rude boys respaldaban a unos u otros sound systems como si de hooligans se tratase. El trapicheo de droga del que básicamente se sustentaban pudo cobrar mayores dimensiones al amparo de ese ambiente musical, que conseguía movilizar una parte importante del reducido capital de los habitantes de los guetos.
Sin embargo, Bunny Lee y King Tubby fueron, además de excelentes colaboradores, buenos amigos, de acuerdo con todos los relatos. Para Lee, Tubby elaboró más mezclas que para ningún otro productor. Las mejores amistades y sociedades de negocio puede dar lugar, claro, a las mayores enemistades y rivalidades comerciales. Pero no he conseguido documentar nada que apunte a una u otra cosa en el caso de Lee y Tubby.
Los argumentos se complican un poco más en el caso de Lee Perry, personaje proverbialmente extravagante, capaz de reducir a cenizas su propio estudio de grabación, el mítico Black Ark, en 1983. Según sus propias explicaciones, el sacrificio del Black Ark sirvió para librarse y exorcizar todo el enrarecido ambiente gansteril que lo había invadido. "Scratch" salió ciertamente purificado y fortalecido de aquella historia y en los años finales de la década de los ochenta entró en una cresta de fama internacional a raíz de sus colaboraciones con Adrian Sherwood y Mad Professor. Entre Perry y Tubby no consta otra "confrontación" que la reflejada en la antología de sus colaboraciones musicales, recopiladas en los años noventa.
Desarraigado de la Jamaica natal de sus padres, más británico que antillano, visitante tardío de la patria de sus ancestros al amparo de Virgin Records como acompañante nativo de Johnny Rotten para el proyecto de música jamaicana The Front Line, ¿qué móvil podría tener Don Letts para matar a King Tubby? La única que me viene a la cabeza es esta: Letts compuso, y grabó en 1990 con la banda Screaming Target, una canción titulada “Who killed King Tubby?”. La canción no es muy buena, todo hay que decirlo. ¿Fue la concreción del asesinato referido en ella la única alternativa promocional viable para hacerle ganar algunas posiciones en las listas de éxitos? Pues sí, tan absurdo como eso. Pura paranoia conspiratoria.
Habiendo pasado revista de los sospechosos habituales, nos quedamos, me temo, igual que al principio. Nadie sabe quién mató a King Tubby pero, en el fondo, todo el mundo sabe porqué. King Tubby tenía un arma de fuego en casa. Era legal y su posesión, por tanto, de conocimiento público: el secreto no existe en un sistema legal y policial corrupto. En la Jamaica de la época, una de las más elementales reglas del juego era esta: sé tú quien mate, antes de que te maten a ti. Poseer una buena pistola era un motivo más que suficiente para matar.
2014
Desgraciadamente, la violencia en Jamaica no es cosa del pasado. Tampoco la violencia contra los músicos. Lincoln Valentine "Style" Scott (Chapelton, 1956-Manchester Parish, 2014) fue uno de los más brillantes percusionistas de la música jamaicana desde la década de los setenta hasta hace muy pocos años. Formó parte de la mítica banda Roots Radics, que acompañó a los más famosos intérpretes de la isla (Bunny Wailer, Gregory Isaacs, etc.). Tras conocer a Adrian Sherwood en una gira por Europa con Prince Far I, colaboró con casi todos los colectivos capitaneados por aquel (African Head Charge, Singers & Players, etc.), hasta convertirse en miembro estable de los soberbios Dub Syndicate. Murió violentamente en su casa, sin testigos próximos. El caso se cerró sin resolver.
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Revancha política, celos profesionales o pasionales, simple delincuencia común... Móviles presentes en cualquier comunidad humana, que se elevan a cotas tan extraordinarias como inaceptables en sociedades con grandes bolsas de pobreza, concentradas en guetos y, sospechosamente, con fácil acceso a drogas y armas.
Paradójicamente, Jamaica, un auténtico paraíso musical, no es país para músicos.
Portada del jamaicano Daily Observer (enero, 2018), con una columna editorial que se hace eco del incremento en la posesión de armas y en la tasa de homicidios en toda la región del Caribe.
Portada de Under Heavy Manners (1977), de Prince Far I (1944-1983).
Nota de prensa en que se informa del asesinato de Prince Far I y se menciona la de Mikey Smith.
Mikey Smith
Hugh Mundell
Peter Tosh, carismáticamente caracterizado en la portada de Equal Rights (1978).
Carly Barret
King Tubby, manos a la obra
Una estupenda síntesis de colaboraciones entre King Tubby y Bunny Lee, editada en 2016
Recopilación de "confrontaciones" entre King Tubby y Lee Perry
7" de Screaming Target: "Who killed King Tubby?" / "Tona M.C. (The singing lesson)"
Style Scott